Una segunda recesión económica podría estar planeando con vuelo rasante sobre la economía europea principalmente. 
La voz de alarma fue lanzada por la nueva Presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI) Christine Lagarde, en un acto de valentía política, al no ocultar datos, aunque ha sido duramente criticada desde prácticamente todos los entornos financieros, siendo acusada de alarmista, aunque realmente, un cargo político debería de ser siempre sincero y contar con transparencia lo que está ocurriendo. 

Este aviso del Fondo Monetario Internacional (FMI), ha podido ser el causante, según muchos analistas financieros, de un derrumbe generalizado en las principales bolsas mundiales, como en el Ibex con una bajada de los 8.000 puntos, además de un fuerte resentimiento en los bonos a diez años. Por su parte, la prima de riesgo ofrecida a los inversores por los bonos españoles a diez años cerró la última sesión muy cerca de los 320 puntos básicos y una rentabilidad del 5.155 %. 
La prima de riesgo italiana se situó en los 342,3 puntos básicos y un interés del 5,397 %, mientras que en Portugal, sus bonos llegaban a los 848,2 puntos básicos y un interés del 10,456 %. 
Los bonos irlandeses alcanzaban los 695,2 puntos básicos y un rendimiento del 8,760 %, mientras que en el caso de los bonos griegos, se situaron en los 1.650,5 puntos básicos y un interés del 18,311%. 
En lo que respecta al mercado de divisas, Suiza acaba de hacer un serio reajuste con su moneda nacional (Franco Suizo), intentando depreciarla a un valor al cambio de 1,20 respecto al euro
Una medida dirigida para que no se incremente su valor demasiado, siendo un problema para su propia economía, algo que ha sido criticado directamente desde la Comisión Europea (CE). 
El Franco suizo ha sido hasta hace poco tiempo un refugio para los inversores en tiempos de inestabilidad, de manera similar a las materias primas como el oro. 
Finalmente la tormenta perfecta está a punto de llegar a su peor momento, mientras tanto otros países están corriendo para prepararse a una incidencia lo más reducida posible, como Italia, incorporando fuertes planes de ajuste con la creación de una nueva tasa para los ricos y una subida del IVA.